martes, 20 de noviembre de 2018

Descomplicar la vida


Para gusto colores y en la diversidad está el gusto son dos expresiones que reflejan la querencia del ser humano por la diversidad de opciones a la hora de escoger sobre cualquier tema.

Sin embargo, la facilidad que tenemos en la actualidad para elegir un producto o servicio entre un amplio catálogo no siempre fue así.

De hecho, cuanto mayor es el universo de productos o servicios entre los que escoger, mayor es la complicación y la posibilidad de errar.

Si bien es cierto que los animales no escogen, ya que su comportamiento viene definido por su carga genética y, por lo tanto, nunca se equivocan en sus elecciones y, por lo tanto también, nunca se contradicen, los humanos por el contrario nos contradecimos continuamente, precisamente porque enfrente de nosotros tenemos un amplio abanico de posibilidades y oportunidades entre las que escoger lo que en cada momento consideramos mejor para nosotros o los de nuestro entorno.

Sin embargo, como he dicho, no siempre fue así, hubo un tiempo, ya lejano y remoto, en el cual las elecciones y la facilidad para escoger estaban reducidas y estaban marcadas por el mero hecho de la carrera entre la vida y la muerte. Así, los primeros hombres dotados de inteligencia, realizaban sus elecciones en función de la oportunidad, y la necesidad básica. No solo el abanico de cosas entre las que escoger era más reducido que en la actualidad, sino que también sus elecciones no contemplaban, la mayoría de las veces, elecciones fuera de la exigencia de sobrevivir. Es por ello que el proceso de toma de decisiones era más sencillo que en la actualidad.

De hecho, en la actualidad, este proceso de toma de decisiones es cada vez más complicado y complejo debido al enorme abanico de productos y servicios de toda clase e índole que tenemos a nuestra disposición. Así, las oportunidades que tenemos ante nosotros se han multiplicado para todo tipo de actividades, desde conocer gente, hasta practicar un deporte, pasando por asistir a actos culturales de cualquier tipo o comprar un bien.

Cierto, la vida se nos ha ido complicando cada vez más y, con mayor frecuencia, sentimos el vértigo ante la necesidad de escoger entre varias opciones. No en balde, son muchas las personas que apuestan por descomplicar la vida, por una vuelta a los orígenes, que si bien ya no es posible, sí nos acercaría a una vida más en comunión con la satisfacción de las necesidades básicas y una vida más acorde con el ritmo, más pausado, de la naturaleza.

Descomplicar la vida, significa autolimitar y renunciar al amplio abanico de opciones entre las que escoger, pero también aprender un nuevo proceso de tomas de decisiones, porque la toma de decisiones también era más sencilla en los orígenes que en la actualidad, obedecía más a las necesidades básicas que requerían ser cubiertas, a la exigencia de supervivencia y la presencia de oportunidades, hasta es posible que las contradicciones fueran menores antes que ahora.

Ahora la toma de decisiones implica evaluar riesgos futuros, oportunidades a corto plazo, examinar el enorme catálogo que se nos ofrece de manera casi impúdica y obscena en todas las áreas de la vida y todo ello sin haber sido educados para tomar decisiones.

Sí, los animales no se contradicen; pero tampoco escogen. Los humanos nos contradecimos, pero tenemos una querencia por la diversidad entre la que escoger, lo cual, al mismo tiempo, nos complica más la toma de decisiones a la vez que nos facilita caer en el error.

Minimizar el error, simplificar la toma de decisiones, y reducir el abanico de posibilidades entre las que escoger, en definitiva, descomplicar la vida, parece hoy más necesario que nunca para el individuo.