miércoles, 30 de diciembre de 2020

¿La nueva ley de Eutanasia afectará a la investigación de enfermedades para las que no se tiene cura en la actualidad?



La nueva ley de eutanasia me genera dudas e inquietudes en relación a su traducción en la práctica clínica, comparto la preocupación que expresa el profesor Tomás de Domingo en su blog; pero hay otro motivo que me parece tan importante o más que aquel expresado por éste.

Cuando hablamos del supuesto derecho a una muerte digna, a todos nos viene la imagen de Ramón Sampedro; pero existen más casos de enfermedades y situaciones en las que esta nueva ley podría llegar a infuir, y quizá de una manera negativa.

Y es que podría darse el caso de que, frente a enfermedades sin solución médica conocida y que condena a quienes las padecen a una muerte temprana, como es el caso de Esclerosis Lateral Amiotrófica, se dejase de investigar sobre sus causas y su posible solución, dado que podría pensarse que la pérdida de la calidad de vida en este tipo de enfermedades, sobre todo en sus últimas etapas, puede a partir de ahora, solucionarse con eutanasia.

Es decir, unos de los efectos negativos de la ley de eutanasia puede ser una merma de los recursos tanto humanos como de fondos económicos en investigación para este tipo de enfermedades sin solución conocida.

Enfermedades como Parkinson, Alzheimer, ELA, etcétera que pueden conducir a una muerte temprana o perdida total de la calidad de vida, con esta ley pueden quedarse sin los recursos necesarios que requiere la investigación.

Sin ningún género de dudas, el testamento vital o últimas voluntades puede ayudar a los familiares a tomar decisiones en las que de otra forma se encontrarían indefensas legalmente o con enormes inquietudes éticas; pero más allá de las condiciones éticas o morales que se desprenden de la publicación de Tomás de Domingo no podemos olvidar que la ley de eutanasia retraerá importantes recursos en investigación precisamente en aquellas enfermedades para las cuales estos son más necesarios.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

¿Son los libros de autoayuda un fraude?

Los libros de autoayuda se han hecho un hueco importante en las estanterías de librerías y grandes almacenes. De hecho, podríamos decir que están de moda y abordan temas que en términos generales preocupan a gran parte de la población.

Aunque escritos para abordar diferentes inquietudes, el principal tema que subyace en ellos es la eliminación de las preocupaciones y la búsqueda de la felicidad.


Pero ¿de verdad ayudan a alguien? Quizá alguien haya encontrado alguna solución a algún tema concreto. Sin embargo, el problema es que, en la mayoría de los libros, las soluciones aportadas no son más que generalidades, vaguedades y, en el mejor de los casos, sentido común.


De hecho es mucho más complejo de escribir, y también de leer, un libro escrito con criterios científicos dentro del ámbito de la psicología, que un libro de autoayuda. Así los libros de autoayuda no son más que libros de instrucciones sencillas; pero en los que paradójicamente no se da ninguna instrucción científica validada empíricamente.  


No en balde, el principal problema de los libros de autoayuda es que uno puede conocer el libro; pero el libro no puede conocer las circunstancias personales de la persona, es decir estos libros suelen estar repletos de vaguedades y frases motivacionales que suelen funcionar como píldoras instantáneas. Su efecto no suele durar más allá del tiempo durante el cual uno se entrega a la lectura de estos libros. Tan pronto como se cierra el libro o pasan unos días de su lectura, el efecto motivador y renovador del libro desaparece y la persona se ve envuelta en aquellas circunstancias para las que pretendía encontrar una solución acudiendo a los libros de autoayuda. En definitiva no sustituyen a un psicólogo.


De hecho, el fin oculto de los libros de autoayuda no es otro que promocionar al autor, si el libro consigue entrar en los listados de los libros más vendidos, eleva a la categoría de maestro espiritual a su autor, a la vez que consigue aumentar los ceros de la cuenta corriente de éste. En este sentido, sí son un fraude.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

El pasado siempre nos alcanza

Pino Doncell


Estamos en tiempo de Navidad, ya los comercios y las calles se adornan con motivos y luces navideñas, eso significa que nuestro joven pino doncel ya ha alcanzo otro nuevo invierno y sigue creciendo sano y fuerte. 

Si algo he aprendido en los últimos días, es que el pasado siempre nos alcanza. No hay manera de escapar de él. Por mucho que queramos distanciarnos de él, siempre corre detrás de nosotros hasta alcanzarnos.


Esto, sin ningún género de dudas, puede provocar desasosiego en nosotros. A veces, cuando aquello de lo que tratamos de huir nos pesa demasiado y no nos permite vivir con plenitud el presente, nos enfrascamos en la tarea de borrar aquellos actos que ahora nos generan intranquilidad y malestar emocional. En algunas ocasiones, intentamos acudir a las herramientas de derecho al olvido que el Reglamento General de Protección de Datos pone a nuestra disposición. En otras ocasiones, nos metemos en la tarea de borrar nuestros actos por la vía administrativa o judicial. 


Sin embargo, esto no es más que una ilusión, una suerte de engaño con el que pretendemos calmar nuestra mente, porque el pasado, y nuestros actos en él, siempre estarán en nuestros recuerdos, y es el recuerdo de nuestras actuaciones pasadas lo que nos genera inquietud y preocupación. Y esto es así, de suerte tal, que muchos quisiéramos poder elegir nuestros recuerdos. 


Además, no podemos obviar tampoco que terceras personas que formaron parte de ese pasado que pretendemos dejar atrás todavía pueden seguir vivas y, aún a nuestro pesar, mantener algún tipo de relación con nosotros o nuestro entorno.


No obstante, hay esperanza en nuestra huida del pasado. Como si de un ejercicio de crecimiento personal se tratara, solo tenemos que dejar que el pasado nos alcance. Es decir, aceptarlo y, llegado el momento, perdonarnos a nosotros mismos por esos actos que tanta zozobra nos causan ahora.


Solo la aceptación de nuestro pasado, y el perdón que nos damos a nosotros mismos, nos aliviará el sufrimiento por nuestros actos del ayer y nos permitirá continuar con nuestras vidas, ahora sí, con plenitud.