miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ocho apellidos catalanes



Hace algunos días fui al cine a ver Ocho apellidos catalanes (2015). Confieso al lector sin rubor alguno que la película me resultó no solo divertida, me reí como hacía tiempo que no me reía a gusto en el cine, sino también muy buena y con grandes guiños a la actualidad de estos días. 

Como ya sabrá el lector por la entrada del pasado miércoles 22 de julio del 2015, en toda obra, además de la trama argumental que se desarrolla a lo largo de la misma, también tenemos el tema central o principal de ésta. Es precisamente el tema lo que confiere unidad y coherencia a la trama argumental.

En el caso que comento hoy el argumento es la clásica historia chico-conoce-chica. Como toda historia de chico-conoce-chica, se han amputado las partes aburridas de la vida, para añadirle en este caso, como digo, guiños realmente buenos sobre la actualidad. Ahí está el genial Koldo diciendo adiós a Sabino, o esas referencias a las letras de Manolo García.

En este caso el mejor guiño se nos descubre casi al final, es precisamente en ese momento cuando también el espectador encuentra la respuesta a la pregunta vital de la película, es decir, el tema que da unidad y coherencia a Ocho apellidos catalanes.

Es este caso vemos como una bandera estelada, símbolo del movimiento independentista, se desliza cayendo sobre nuestra pareja protagonista hasta cubrirlos en un  primer plano, lo que convierte a la estelada en una clara bandera española pues en ese primer plano vemos como las franjas rojas y amarillas se convierten en tres franjas de color rojo-amarillo-rojo. Después la bandera sigue deslizándose hasta caer al suelo.

Sin ningún genero de dudas aquí nos damos cuenta de que los sentimientos y muy especialmente el del amor, están  más allá de banderas, o nacionalismos desfasados (Adiós Sabino).
Nuestros protagonistas, un andaluz y una vasca, se reconocen como iguales en Cataluña al reconocer su mutuo amor.

Por lo tanto por encima de los ideales políticos, que en la actualidad subrayan las diferencias, la universalidad de los sentimientos nos hacen iguales, con independencia de nuestro lugar de nacimiento.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Constructores y Destructores


En esta pequeña reflexión voy a recuperar a un personaje que nació de la mente inquieta y deseosa de saber de Eduard Punset: Alicia.

Yo no tengo los amplios conocimientos que Luis muestra a Alicia sobre temas como la inteligencia emocional, el funcionamiento del cerebro o el proceso de aprendizaje.

Sin embargo Alicia, sí te puedo contar que en esta vida están los constructores y los destructores. La diferencia entre los constructores y los destructores es que los primeros construyen incluso sin darse cuenta. Está en la naturaleza de estas personas construir relaciones de amistad, relaciones de pareja e incluso relaciones de confianza ente padrastro e hijastro. En muchas ocasiones los contructores no son conscientes, como he dicho, de que van haciendo cosas, de que van construyendo, por ejemplo, pueden contribuir a que una estudiante de un determinado país en una Universidad para ella extranjera y de idioma diferente abra sus ojos con respecto a su propia identidad e idioma. 
En definitiva los constructores contribuyen a un mundo mejor.

Los destructores por el contrario solo se dedican a destruir y para ello, a diferencia de los primeros, tienen que poner toda su atención en aquello que destruyen. Los destructores siempre son conscientes de lo que destruyen. Ellos destruyen amistades, relaciones de pareja, la confianza entre personas y en su afán por destruir pueden utilizar a cualquier persona cuya primera vocación era la de construir como médicos o enfermeros.

Los que construyen, a veces son conscientes de que con sus acciones construyen, lo hacen por ejemplo colaborando con una ONG e involucrándose en su día a día y gestión.

Los destructores por el contrario siempre ponen su empeño en destruir e incluso son capaces de destruir familias, su único deseo es destruir. Los destructores solo son felices cuando destruyen.

Los constructores, como digo, a veces construyen grandes cosas sin ser conscientes, como por ejemplo, Sixto Rodríguez, protagonista del documental Sugar Man (Oscar 2013 al mejor documental largo).