jueves, 10 de marzo de 2016

De psicólogos y dibujos

Nuestro joven pino doncel, que en agosto cumplirá dos años, sigue creciendo aprovechando cada hora de sol de este cálido invierno. No recuerdo si entre las praderas o bosques animados de la serie La Abeja Maya el pino doncel fue en algún momento protagonista como lo fuera el saltamontes en la figura del juicioso Flip; pero sí recuerdo que las aventuras de la abeja Maya fueron, sin ningún genero de dudas, protagonistas en mi infancia, hasta el punto de ser uno de mis dibujos animados preferidos. No es de extrañar, entonces, que el saltamontes Flip o la araña Tekla junto al zángano Willy estuvieran presentes en mi mundo durante mi infancia. Sin embargo, a pesar de la popularidad de la serie a finales de los 70, el equipo de psicólogos de mi colegio, a la sazón, Nra. Sra. del Pilar, se mostró sorprendido cuando en un test psicológico identifiqué a miembros de mi familia con los insectos protagonistas de la serie. Ajenos a la realidad del mundo infantil, aquel equipo de psicólogos no supo ver, e incluso llegó a preocuparse hasta el punto de citar a mis padres, nada más que insectos y no protagonistas de una de mis series preferidas de televisión, cuando se suponía que, a la pregunta de con qué animales identificarías a tu familia, las respuestas supuestamente acertadas eran León, Águila, Caballo, etcétera y no Saltamontes, Araña o Zángano.
Lo cierto es que, durante mi infancia, los dibujos eran claros, fáciles de entender, con el malo y el bueno claramente definidos, como era el caso de Mazinger Z. Sin embargo, ahora en alguna ocasión he visto fragmentos de dibujos que apenas logro comprender, cuyos protagonistas tienen cuerpos amorfos (Gumball, Hora de aventuras) y que en algunos casos utilizan lenguaje soez (Atrapa a Ace, Shin Chan). Desde luego desconozco quien supervisa los guiones de estas series de dibujos tan alejadas del candor de los 70 y 80; pero seguramente quienes disfrutamos de las aventuras de la abeja Maya observamos con estupor estas nuevas series de dibujos que, sé por algún que otro familiar, algunas madres no quieren que sus hijos vean. De alguna manera, quizá por la necesidad de competir con los videojuegos, los nuevos dibujos más allá de formar y entretener, han olvidado su labor pedagógica para centrarse exclusivamente en un entretenimiento rápido y sin ninguna función social más allá de tener a los niños clavados delante de la televisión.

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